Ansiedad y su afectación en el ámbito escolar
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Ansiedad y su afectación en el ámbito escolar
15 de febrero de 2022
Los Trastornos de Ansiedad "son patologías mentales frecuentes, que comúnmente pueden provocar sufrimiento y discapacidad" (Chacón et al., 2021, p.23), esto por el impedimento que pueden ocasionar para realizar actividades básicas sociales, laborales o académicas. El porcentaje de ansiedad en la región específica de América, es más alto en mujeres, con un 7.7% de la población general, contra un 3.6% en el caso de varones (WHO, 2017).
Los síntomas de ansiedad, en la mayoría de los casos, pueden ser detectados bajo la simple observación de los individuos, Rojas (2020, p.29), menciona que algunos de estos síntomas pueden ser: "preocupación descontrolada, dificultad para resolver problemas y para concentrarse, tensión en los músculos (lucir tenso), temblor, estremecimiento y otras señales de intranquilidad, resequedad en la boca, arrebatos de furia, irritabilidad (gruñón o impaciente) y expresión facial de ansiedad".
Su detección es relativamente fácil de conseguir, eso no ha sido suficiente para el buen tratamiento de la misma, pues los casos en donde se presenta siguen subiendo. Un estudio realizado por la World Health Organization en el 2017, refleja que el número total de personas que viven con ansiedad aumentó en 14.9% desde 2005 a 2015, quedando una cifra total de 264 millones de personas en el mundo que padecen este trastorno. Los factores que detonan la ansiedad pueden ser muy diversos, en muchos de los casos el ámbito escolar y los múltiples escenarios que allí pueden presentarse, son la causa principal.
Algunos estudios sustentan la afirmación anterior, uno de ellos, el de Hernández et al. (2018), realizaron una investigación con 97 estudiantes, todos ellos entre 12 y 16 años de edad y llegaron a la conclusión de que "cada vez más escolares presentan problemas emocionales, los desórdenes de ansiedad afectan aproximadamente entre el 13% y el 17% de los jóvenes" (p.71), aunado a esto, los mismos autores mencionan que parte de las consecuencias es que la mayoría de los estados ansiosos en esta etapa de la adolescencia se relacionan con el bajo rendimiento académico y el fracaso escolar.
En otro estudio realizado con 100 estudiantes "se encontró que el 32% de estudiantes tenía síntomas de ansiedad" (Rojas, 2020, p.46), misma idea que es apoyada por Torrano et al. (2017), quienes eligieron a un grupo de estudiantes entre 12 y 18 años observando que la ansiedad tuvo fuertes implicaciones sobre el aprendizaje en el ámbito educativo de la muestra elegida, pues "el estrés, la ansiedad o el disgusto, aumentan la probabilidad de abandonar los estudios" (Hernández y Valverde, 2017, p.37).
Aunque son muchos los aspectos y situaciones que pueden originar estos datos en el aspecto educativo, al menos uno de ellos tiene que ver con el docente y la manera de abordar su asignatura, ya que como mencionan Hernández y Valverde (2017, p.40) "el desempeño del docente en las aulas, facilita el nacimiento de emociones positivas, la motivación de los estudiantes y la capacidad de mantenerse atentos, aumentando las posibilidades para el proceso de aprendizaje", caso contrario a cuando la relación docente-estudiante es escasa, 81.48% de estudiantes tienen ansiedad, según un dato aportado por Rojas (2020) en un estudio realizado.
La búsqueda de nuevas y mejores herramientas para el trabajo docente diario, así como la aplicación de estrategias diversas para el aprendizaje de los estudiantes, pueden contribuir a bajar estos niveles de ansiedad, ya sea apoyándose en el ámbito tecnológico, innovador o práctico; sin duda fomentar la curiosidad y atracción de los alumnos a las actividades realizadas, es el mejor paso que debe darse. Tal es el caso de una investigación realizada por Chalela y Ávila (2021), que comprobaron que cuando la ansiedad de sus estudiantes bajó, se logró un nuevo sentido de pertenencia por la asignatura, la institución educativa, mejorando en los aspectos memorísticos y cognitivos.
El fomento de actitudes positivas en los alumnos mediante el desarrollo de sentimientos agradables, propiciará una mayor motivación en el estudiante y acercamiento hacia las ciencias (Dávila et al., 2015),
La responsabilidad entonces, recae en el docente de escuela, el que desde la primera clase debe no sólo encantar a la audiencia con la asignatura, sino también crear vínculos afectivos que logren la apertura y buena disposición de los/as estudiantes (Busquets et al., 2016). Los profesionales de la educación deben autogenerar emociones positivas hacia la enseñanza de las ciencias, ya que tienen una enorme responsabilidad en crear habilidades emocionales en sus alumnos (Dávila, et al., 2014).
Crear un ambiente sano y agradable para los estudiantes es de mucha relevancia. Gómez y Suárez (2020) concluyen que el clima escolar positivo es un factor que puede ayudar a mejorar el aprendizaje de los estudiantes.
La ansiedad se ha manifestado con mayor frecuencia en los últimos años por diversos factores, pero en lo que compete a la educación, poco se trabaja al respecto, pues es común abordarla desde la problemática social, pero está lejos del aspecto específico de lo que compete a lo académico.
Si bien el tratamiento de la ansiedad puede abordarse desde perspectivas psicológicas, es importante dar al docente el poder que verdaderamente tiene: contribuir a la disminución de la ansiedad a través de sus clases y más específicamente a través de sus estrategias implementadas en el aula, que permitan un mejor ambiente de aprendizaje con mejores resultados académicos.
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