Evaluación electrónica
9 de febrero de 2022
A nivel mundial, la mayoría de las instituciones que implementan evaluaciones tradicionales en forma de exámenes en papel, se enfrentan a la carga que soportan los profesores en términos de la evaluación, organización y registro de calificaciones de los estudiantes. A medida que aumenta el número de estudiantes en las instituciones de educación superior, la logística también se convierte en un problema (Osuji, 2012).
Con la aparición de nuevos entornos de aprendizaje, las prácticas de evaluación deben reinventarse (Baleni, 2015). Aunado a que, los avances tecnológicos están ayudando a la promoción de la evaluación electrónica en la educación superior y los propios estudiantes también parecen estar aceptando y mostrando una postura positiva hacia su uso (Mawhinney, 2013). A pesar de que la tecnología está progresando en términos de su omnipresencia en el sector de la enseñanza superior, la evaluación electrónica dista mucho de haberse explorado completamente (Guàrdia, Crisp y Alsina, 2017).
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La evaluación electrónica (e-assessment), según su definición más amplia (JISC, 2007) incluye todo uso de una computadora como parte de cualquier actividad relacionada con la evaluación, ya sea sumativa, formativa o diagnóstica. Así que su alcance incluye la presentación en línea de una tarea para la evaluación por un humano, la evaluación de un portafolio electrónico, retroalimentación entregada por archivos de audio grabados en la computadora y, más comúnmente, los exámenes en línea calificados por computadora.
Jamil et al. (2012), Al-Qdah y Ababneh (2017), Jordan (2013), Bukie (2014), Timmis et al. (2016), mencionan que la evaluación basada en computadora, las pruebas basadas en computadora, la evaluación asistida por computadora, las pruebas asistidas por computadora, las pruebas administradas por computadora, evaluación mejorada por la tecnología, evaluación habilitada por la tecnología, evaluación informatizada, pruebas informatizadas, evaluación basada en la web, examen electrónico, pruebas electrónicas y evaluación en línea, son el conjunto de términos que generalmente se consideran sinónimos de evaluación electrónica dentro de la literatura.
La evaluación electrónica “(e-assessment)” es más rentable (James, 2016), permite pruebas personalizadas y adaptativas (Fluck, Pullen y Harper, 2009), puede aplicarse a un mayor número de estudiantes (Jordan, 2009) con mayor frecuencia (Sclater, 2007). Además, permite la automatización de la calificación (Charteris et al. 2015) y el intercambio de preguntas entre los profesores con acceso a los bancos de preguntas (Sindre y Vegendla, 2015).
Al mismo tiempo, la evaluación electrónica se enfrenta a los retos que pueden estar relacionados con las infraestructuras tecnológicas disponibles (James, 2016), con una seguridad insuficiente de los exámenes electrónicos (Miguel et al., 2014), a la falta de habilidades digitales de docentes y estudiantes (Cano y Ion, 2016), a la dificultad de la evaluación de las preguntas abiertas (Heinrich et al., 2006) habilidades de pensamiento de orden superior (Fluck, Pullen y Harper, 2009), así como a la cuestión de la validez de ciertos tipos evaluación electrónica (Cano y Ion, 2016).
En educación, las evaluaciones se utilizan a menudo para obtener información sobre el aprendizaje de los estudiantes y sus logros. La evaluación formativa y la evaluación sumativa son dos enfoques ampliamente aceptados de evaluación.
Evaluación formativa
A diferencia de la evaluación sumativa (es decir, la evaluación del aprendizaje) que se ocupa de resumir el rendimiento de los estudiantes, la evaluación formativa (es decir, evaluación para aprendizaje), se considera como un proceso, para monitorear continuamente, proporcionar retroalimentación y responder al progreso de aprendizaje de los estudiantes (Harlen y James, 1997). Según (Sadler, 1989, 1998), la evaluación formativa se ocupa de cómo los juicios sobre la calidad de las respuestas de los estudiantes (actuación, productos o trabajos) se puede utilizar para dar forma a su competencia, y tiene la intención específica de generar retroalimentación sobre el desempeño para mejorar y acelerar el aprendizaje.
Como elemento clave en la evaluación formativa, la retroalimentación formativa se define como la información comunicada a los alumnos que tiene por objeto modificar su pensamiento o comportamiento con el propósito de mejorar el aprendizaje (Hattie y Timperley, 2007; Shute, 2008). La retroalimentación formativa puede tomar muchas formas (p. ej., sugerencias, avisos de errores, respuestas correctas y ejemplos resueltos) (Shute, 2008), dependiendo de los diferentes objetivos de aprendizaje e instrucción, los propósitos de una investigación y enfoques metodológicos (Ifenthaler, 2010).
En general, la retroalimentación formativa se puede clasificar en dos funciones principales: (1) retroalimentación directiva (también conocida como retroalimentación correctiva) que les dice a los estudiantes lo que se requiere corregir o revisar; y (2) retroalimentación facilitadora (también conocida como retroalimentación elaborativa) que proporciona sugerencias para guiar a los estudiantes en su propia revisión y conceptualización, como sugerencias, pistas e indicaciones, etc. (Black y William, 1998).
Proporcionar retroalimentación formativa a los estudiantes ha demostrado ser una estrategia efectiva que beneficia el aprendizaje de los estudiantes y es crucial para mejorar la habilidad de adquirir conocimiento (Hattie y Timperley, 2007; Shute, 2008). La retroalimentación formativa puede señalar una brecha entre un nivel actual de desempeño y algún nivel deseado de desempeño a lo largo del proceso de aprendizaje en el contexto de actividades específicas de aprendizaje (Shute, 2008).
Animar a los estudiantes a reflexionar sobre su trabajo mientras se involucran con el tema y la tarea, debe tener el mayor impacto en la comprensión de los estudiantes (Whitelock et al., 2015). Los estudiantes pueden usar esta información tan necesaria para determinar qué conocimientos necesitan estudiar más y qué ajustes en su forma de pensar necesitan hacer.
En este contexto, uno de los trabajos que se está desarrollando en el DSAE, es investigar el uso de instrumentos educativos que utilizan herramientas de evaluación con tecnología mejorada para proporcionar retroalimentación.
Referencias:
Al-Qdah, M, y Ababneh, I (2017). Comparing online and paper exams: Performances and perceptions of Saudi students. International Journal of Information and Education Technology, 7(2), 106.
Alruwais, N., Wills, G., y Wald, M. (2018). Advantages and challenges of using e-assessment. International Journal of Information and Education Technology, 8(1), 34-37.
Cano, E., y Ion, G. (Eds.). (2016). Innovative practices for higher education assessment and measurement. IGI Global.
Charteris, J., Quinn, F., Parkes, M., Fletcher, P., y Reyes, V. (2015). e-Assessment for Learning (eAfL) in higher education: is it a wolf in sheep’s clothing?. Journal of Learning Development in Higher Education, (9), 1-24.
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Whitelock, D., Twiner, A., Richardson, J. T., Field, D., & Pulman, S. (2015). OpenEssayist: A Supply and Demand Learning Analytics Tool for Drafting Academic Essays. Paper presented at the Fifth International Conference on Learning Analytics and Knowledge, Poughkeepsie, NY, USA.
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